Estoy convencida de que se aprende preguntando

| POR Virginia Krasniansky
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En las instalaciones de la Librería El Péndulo, en Polanco, rodeados de libros, música y una luz especial, entrevistamos a una autora mexicana, entusiasta filósofa y maestra, que nos comparte sus ideales, sus sueños y sus inspiraciones.

Esther ¿qué nos puedes decir para que los maestros y nuestro público conozcan tus actividades, escritos y experiencias, y se contagien de tu entusiasmo?

Efectivamente, soy muy entusiasta, porque hay pocas actividades tan satisfactorias como dar clases. A mí me hace muy feliz darme cuenta de que los alumnos aprenden por sí mismos, incluso a pesar de nosotros, los maestros. Es un privilegio presenciar el momento en que un alumno se hace una pregunta, parece fácil, pero no lo es: preguntarse implica toda una actitud ante la vida, la idea de que podemos apropiarnos del mundo; los maestros somos disparadores de preguntas, las provocamos y muchas veces no sabemos responder, pero eso es lo de menos: lo importante es que ellos desarrollen su curiosidad y su capacidad de cuestionar.

Cuéntanos un poco de tu formación y dinos dónde estudiaste.

Estudié la licenciatura en filosofía, luego una maestría en pedagogía, también un diplomado en Derechos Humanos y finalmente el doctorado en pedagogía en la UNAM. Ahora estoy en una estancia postdoctoral en la IBERO... y creo que todos estos años de estudio y de trabajo apuntan a un solo objetivo: entender mejor el mundo. Las clases que doy están relacionadas, entre otros temas, con los problemas de la educación en México. Yo me pongo en el espacio de facilitadora para que los alumnos aprendan lo que quieren aprender; soy un puente que los comunica con otras disciplinas y con la práctica de la filosofía, que consiste en cuestionar y criticar el mundo y especialmente la mirada ética, que nos orienta en la vida.

Retomando el término que defines como facilitadora o mediadora ¿qué nos podrías decir sobre la educación en México y cómo podrían los alumnos y las personas en general, tener una mejor formación y por lo tanto una mejor posibilidad de decidir?

A los maestros se los capacita y se les brindan programas de actualización; al mismo tiempo se los responsabiliza de todas los males de la educación y eso es muy perverso. Los maestros constituyen un elemento del campo educativo, pero hay otros que han contribuido en el deterioro de la formación: desde los padres de familia, las autoridades, los medios de comunicación, los organismos internacionales...
En México es necesario resolver los problemas políticos y administrativos para que los maestros puedan dedicarse a la enseñanza y que la escuela vuelva a ser protectora, que sea una institución sólida en una sociedad cada vez más precaria. Sí hay que preparar más y mejor a los maestros, para que los alumnos reciban una mejor educación. Pero eso va a ser imposible si sus maestros son satanizados, se les tilda de ignorantes, corruptos, oportunistas... No dudo que algunos lo sean, pero si ése es el denominador común, quiere decir que como sociedad hemos hecho algo muy mal.

En tus clases, ¿cómo enfocas el aprendizaje desde la formación de filósofa?; he leído que haces muchas preguntas ¿obtienes las respuestas?

Estoy convencida que se aprende a través de las preguntas. Es muy importante que los maestros y alumnos aprendamos a preguntar. La mirada de la realidad circundante está directamente relacionada con las preguntas que nos hacemos. Si nos asomamos al mundo y no vemos ningún problema, no tenemos ninguna posibilidad de modificarla. Los alumnos, a medida que van creciendo, van dejando de preguntar; no es un fenómeno nacional, sucede en todas partes. Si no preguntan, es más difícil que se involucren en lo que se estudia, porque les resulta ajeno.

Esto tendría que ver con volver la educación más participativa y que esté más vinculada a nuestra realidad. ¿Qué les propondrías a nuestros maestros?

Los maestros deberían abandonar el lugar del saber absoluto para poder comunicarse con los alumnos, no tienen por qué ser el centro del aula y no siempre en el pizarrón está la verdad universal. Cuando nos quitamos de ese lugar, tenemos la oportunidad de aprender con nuestros alumnos y también de equivocarnos o de ignorar algunas respuestas.

Sé que diriges un café filosófico en donde, siguiendo tu línea de trabajo, generas preguntas para reflexionar. En ese mundo de preguntas ¿qué te falta preguntarte?

El Café filosófico es un espacio extraordinario porque mi objetivo no es enseñar, sino provocar un debate en el que las distintas miradas son nuevas líneas de reflexión, un debate que se nutre de creencias cuestionadas y de reflexiones. Es un espacio de libertad en donde todos opinan y se permiten discusiones y diálogos. Nos aportamos ideas y pensamientos que nos ayudan a crecer y descubrimos que esa idea que siempre sostuvimos como verdadera no se sostiene frente a los argumentos de los demás. Y nos damos cuenta de que cualquier problema, incluso el que parece más sencillo, tiene muchas facetas. Con cada pregunta surge una nueva respuesta y con cada respuesta una nueva pregunta.

En esta senda de preguntas, me gustaría conocer tu opinión sobre las nuevas tecnologías que aportan una gran cantidad de respuestas y soluciones a problemas que planteamos.

Las nuevas tecnologías han hecho grandes aportes a la educación; las computadoras han fomentado una nueva forma de leer, porque pasamos mucho tiempo frente a la computadora y estamos leyendo. Es una manera de recibir información de lo que nos interesa de manera sencilla y expedita. Tenemos el mundo del conocimiento a la mano. Es un buen instrumento, pero no es educación en sí misma, ésta requiere la convivencia, el diálogo y la intencionalidad.

¿Qué nos puedes decir sobre tu literatura?, ¿qué escribes?

En este momento lo que más me gusta escribir es novela porque me permite -al menos al principiorecrear el mundo, hacerlo a mi medida; después la trama me desplaza y sigue por su cuenta. También escribo ensayos buscando respuestas a las preguntas que surgen en el quehacer cotidiano, tanto por la información que recibo como por la convivencia en grupos de trabajo y en la facultad. Ahí se generan cuestionamientos y reflexiones apasionantes que se convierten en temas de ensayo. Creo que la vida es la mejor escuela: nos permite sorprendernos continuamente y nunca dejamos de aprender.

¿Crees que hay un ideal a alcanzar en educación? O más bien: ¿existe una fórmula para mejorar la educación en un país como México, con tantas diferencias sociales y tantas culturas?

No sé si puedo responder a tu pregunta, pero últimamente he estado pensando que es muy difícil ser maestro. La tradición pesa mucho y la responsabilidad se va acrecentando a medida que la sociedad le atribuye nuevas funciones a la escuela. Deberíamos analizar con los nuevos maestros las conductas y actitudes que hemos adoptado y los resultados que han dado. Deberíamos -cada maestrorevisar nuestro paso por la escuela como alumnos para poder volver a ella como maestros con las heridas cicatrizadas. El ideal de la educación, para mí, tiene como fundamento la ética. No educamos para que los jóvenes adquieran habilidades que los vuelvan aptos para el mercado de trabajo, educamos para que sean mejores hombres y mejores mujeres que contribuyan a construir -debería decir reconstruirla sociedad. Esa es la tarea que le puede devolver su identidad al maestro, que reconoce el lugar central que ocupa en la sociedad.

En esta multitud de facetas que tienes como escritora me parece importante informar que escribes libros para niños. ¿Por qué tomas personajes clásicos como Peter Pan y Pinocho, entre otros, para tus libros infantiles?

Escribo libros para niños con la idea de ofrecer a los maestros instrumentos para el debate y el cuestionamiento. Tomo los libros clásicos porque algunos están satanizados y otros están banalizados, cuando muchos de ellos plantean conflictos personales y sociales que todos vivimos y que nos llevan a la reflexión; nos enseñan maneras de vivir y de resolver los problemas. En muchas universidades dedican uno o más semestres a leer Pinocho, Peter Pan o El Principito. Yo los tomo como pretexto para que los niños se pongan en su lugar y problematicen las conductas de los personajes y las suyas propias.

Club de Lectores agradece tu participación y te felicita por el trabajo que realizas.

Numero 46

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