En una mañana lluviosa de la ciudad de México entrevistamos a la escritora Sandra Lorenzano, en un espacio muy singular y especial, la librería El Péndulo de Polanco. ¡Gran cantidad de libros!, música de fondo, un péndulo que nos guiaba y el marco enorme y silencioso de los libros que nos cobijaban desde los diferentes estantes y en sus respectivas secciones.
Sandra, me gustaría preguntarte y al mismo tiempo que nos cuentes a mí y a los maestros que son nuestro público mayoritario en Club de lectores: ¿quién eres? Sabemos que eres escritora, lectora, vicerrectora de la Universidad del Claustro de Sor Juana; pero sería mejor que tú te presentes.
Primero quiero decir que estoy contenta porque podré decirle a los maestros que yo también soy maestra de corazón y en esta entrevista podré revelar que hace muchos años, casi treinta, que me dedico a la docencia. Vengo de una dinastía de maestros, mi abuela era una maestra de ésas que dejaban la vida en el aula y en la escuela. Yo me formé como educadora y después estudié literatura. Sigo vinculada a la docencia en diferentes niveles y con mucho compromiso desde diversos ángulos. Me encanta contagiar la pasión de lo que me gusta. Dice Gabriel Zaid "que la mejor forma de trasmitir la pasión por la lectura es el contagio". Uno de los espacios privilegiados e importantes de mayor predominancia para contagiarnos con la literatura es, sin duda, el salón de clases. Seguramente en algún momento de nuestra vida tuvimos algún maestro o maestra que ha determinado nuestro camino en la cultura y en la literatura. Mi primera maestra fue mi abuela. Yo tenía 5 años y me enseñó a leer y a escribir con un libro que se usaba mucho en Argentina que se llamaba UPA. Luego, en el año 1976 cuando llegué desde Argentina a vivir a México, tuve una maestra en el Colegio Madrid, Luz Fernández Gordillo, quien me hizo sentir en casa a través de la literatura. También ella, como lo hacía mi madre, nos leía entre otros a los poetas del exilio español. Descubrí que la literatura no es sólo lo que uno puede leer en soledad sino que también la palabra literaria me permitía construir un hogar. Luego me formé en la literatura como medio de vida y de expresión artística. En la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM tuve grandes maestros, de ésos que saben contagiar el amor por los libros: Luis Rius, María del Carmen Millán, Margo Glantz, María Luisa Capella, Angelina Muñiz-Huberman.
¿También te dedicas al periodismo cultural?
Bueno todo es más o menos parte de lo mismo. Es parte de la obsesión de tener un hogar y a veces algunos libros me resultan más cercanos que las personas. La idea de contagiar esa pasión encuentra distintos caminos: puede ser el salón de clase, el radio o también el trabajo escrito en periódicos y revistas. Hago en un programa de radio que se llama "En busca del cuento perdido" -parafraseando a Marcel Prousty es el primer taller literario que se da en radio; lo hacemos en el IMER. También estoy en los medios escritos como El Universal, la Revista de la Universidad, la revista Sin embargo y el periódico Milenio, entre otros. Son los distintos caminos que encuentran la misma vocación, la escritura. Sé que esta entrevista tiene que ver con mi trabajo de escritora, pero soy de la idea que un escritor no se puede encerrar a escribir y punto. Yo siempre he realizado mi trabajo literario haciendo muchas otras cosas que de alguna manera se acompañan y se complementan. Cumplí treinta y seis años de vivir en México y siento que mi gratitud de vivir en este país puedo pagarla con mi trabajo a través de la palabra e integrándome a la realidad circundante.
Comparto contigo la parte de "argen-mex" que nos identifica, como un calificativo particular de integración a la realidad mexicana. Veo que tus escritos tienen una gran cuota de nostalgia, de recuerdos, y que los trasmites de manera elocuente en tus libros. La memoria es un tema que te importa mucho. ¿Cómo quisieras rescatar y trasmitir, además de con la poesía? ¿Escribes para niños?
Fíjate que nunca había escrito para niños pero ahora lo hice: hay un cuento mío en uno de los libros de lectura de secundaria de la SEP. Ahí aparece un personaje que se llama Rita la punk. Es una niña que en realidad se llama Rosario y odia que su mamá la llame Chaio. Ella conoce a un personaje maravilloso de la cultura del rock, Rita Guerrero, en realidad un homenaje a a esa cantante de rock ¡tan famosa!, y por eso pide que la llamen Rita. Para el año próximo espero sacar una colección de libros de cuentos para jóvenes que tendrán como personajes a Rita y a Pancho, y ellos descubrirán el valor de la palabra y el valor de la poesía. Quisiera retomar tu pregunta sobre el tema de la memoria. Es uno de los temas que más me interesa a nivel consciente e inconsciente. Sí, me siento una sobreviviente de la dictadura argentina. Muchos de los muertos pertenecían a mi generación. Por lo tanto, creo que tengo una obligación ética de cuidar la memoria para homenajear a las víctimas de los distintos horrores de la historia.
Entonces escucho que con los diferentes ejemplos que das tu forma de exiliarte y sentir la libertad es a través del lenguaje; preguntaría: ¿buscas en el lenguaje esa parte dolorosa del exilio?
Sí, el lenguaje me ha permitido reunir esa cuestión que no sólo tiene que ver con el exilio sino con las cuestiones de desarraigo, de migraciones, de muchas coincidencias con los que nos hemos tenido que salir de nuestro hogar; más o menos pensamos lo mismo y sentimos igual. Todos tenemos ausencias dentro de nosotros y cuando hablamos de exilio estamos hablando de ausencias. Tenemos que pensar en cómo armamos nuestra memoria. Mis novelas son mis maletas de los recuerdos. Creo que hay que proteger la memoria.
¿Qué podemos cambiar a través de la literatura?
Los que somos amantes de los libros y de la literatura es porque algo se ha transformado, algo ha cambiado dentro de nosotros mismos por medio de un poema o una historia. Para mí el tema de la memoria es el cruce o vínculo entre la historia personal y la historia grande compartida con mayúsculas. Pero también hay otro aspecto: el que tiene que ver con la posibilidad de reconstituir los lazos sociales a través del ejercicio de la lectura y la escritura. Hay experiencias maravillosas realizadas en comunidades que han pasado por situaciones de horror. Se trata de experiencias que muestran que es posible ayudar a la reconstrucción social por medio de la palabra literaria. Eso quiere decir que algo se puede cambiar a través de la literatura: en nuestro propio interior y en la relación con nuestros semejantes, y con nuestra realidad.
¿Qué nos puedes decir de tu última novela Fuga en mi menor?
En este nuevo libro hay ausencias, amores, un homenaje a la música, curiosidad por el proceso creativo, y una sombra cuya historia hay que desentrañar. Una sombra que aparece en una vieja fotografía tomada en los años 40. A mí me gusta decir que la novela es la historia de esa sombra. También aparece un poeta que de alguna manera marca una línea a lo largo del texto. Se trata de Cesare Pavese, un poeta italiano cuya vida estuvo marcada por la lucha contra el fascismo. Él se suicidó y a mí ese hecho me conmovió mucho. Yo trabajé la novela con la traducción de Pavese que publicó la UNAM, hecha por un poeta mexicano llamado Guillermo Fernández, el mejor traductor mexicano del idioma italiano. Cuando preparé el texto para la presentación del libro me llegó la noticia de que el traductor había sido asesinado. Un crimen que todavía no se ha aclarado. Es nuevamente la Historia grande la que nos está marcando la vida íntima y la historia personal. Y ésos son algunos de los temas sobre los cuales yo escribo y re-escribo.
Esto que me dices me gustaría llevarlo a dos instancias para mensaje a los maestros: las instituciones educativas y las nuevas tecnologías. ¿Crees que los esfuerzos de las instituciones educativas son suficientes para promover la literatura? Y, ¿las nuevas tecnologías apoyan en la formación de los nuevos ciudadanos?
Qué bueno que usas la palabra ciudadanos, para mí es clave en esto. Las instituciones y las políticas educativas son imprescindibles pero no suficientes. Creo en la educación pública como un motor de desarrollo y transformación inigualable. Y ésta es la única garantía de formación educativa democrática. Ahora, hablando como escritora, tenemos un compromiso ineludible y es aportar en el campo de la educación y escuchar. Debemos aprender a escuchar lo que sucede en el ámbito educativo. Para poder intercambiar hay que aprender a escuchar lo que allí está sucediendo. Respecto a las nuevas tecnologías creo que son herramientas que tenemos que aprender a aprovechar; son instrumentos facilitadores de lectura y de información; no son buenos ni malos por sí mismos. Lo importante es lo que la literatura nos dice, y no el soporte a través del cual recibimos su voz.
Numero 42
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