El burro y la flauta
Tirada en el campo estaba desde hacía tiempo
una flauta que ya nadie tocaba, hasta que un
día un burro que paseaba por ahí resopló
fuerte
sobre ella haciéndola producir el sonido más
dulce de su vida, es decir, de la vida del burro y
de la flauta.
Incapaces de comprender lo que había
pasado, pues la racionalidad no era su fuerte y
ambos creían en la racionalidad, se separaron
presurosos, avergonzados de lo mejor que el
uno y el otro habían hecho durante su triste
existencia.
Maestro de un humor basado en la verdad y en la mentira
humana que, a final de cuentas, él siempre trató
como una y la misma cosa, Augusto Monterroso recibió
múltiples galardones. Entre ellos, quizá
el más preciado, el de ser el mejor amigo que
un hombre puede recordar. Sus seres queridos sólo
tienen elogios para el hombre, el creador y el amigo.
Carlos Monsiváis comentó
que el prosista fue y sigue siendo un ser excepcional,
un amigo de extraordinaria finura, una persona enteradísima
de todo lo que sucedía y un hombre con una lealtad
inquebrantable a la causa guatemalteca.
Debió abandonar Guatemala por el golpe de
estado de Castillo Armas y nunca se reconcilió
con los sucesivos regímenes autoritarios y dictatoriales.
Siempre, al igual que su amigo y maestro Luis Cardoza
y Aragón, fue crítico implacable de lo
que significaba el aplastamiento de los derechos humanos,
sobre todo los de los indígenas, en Guatemala.
Monterroso renueva la tradición de la fábula.
Es el Samaniego, es el Iriarte que no pudieron ser y
que están ahí, presentes, activados y
exaltados por una malicia de primer orden y una capacidad
de sátira extraordinaria. 1
Alvaro Mutis declaró: Su
principal enseñanza
fue su forma de entender y vivir la amistad de una |