Muy cerca de mi ocaso, yo
te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino,
que yo fui el arquitecto de mi propio destino…
…
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas…
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
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Poeta, novelista, ensayista y periodista mexicano; una de
las personalidades más complejas de la literatura hispana.
Nació en Tepic, Nayarit. Realizó estudios teológicos
y después ingresó en el Cuerpo diplomático;
fue embajador de México en Madrid, España y
en Montevideo, Uruguay.
En 1894 se instaló en la Ciudad de México donde
conoció a Manuel Gutiérrez Nájera y con
él fundó la revista Azul que pretendía
llevar a cabo una renovación artística en la
literatura hispanoamericana. Al lado de otros compatriotas,
como Luis G. Urbina y el propio Gutiérrez Nájera,
creó el movimiento ‘modernista’ que habría
de dar a las letras iberoamericanas algunas de sus plumas
más sublimes.
Desarrolló con maestría todas las modalidades
modernistas. Impregnó su obra de misticismo, temas
patrióticos, y alcanzó niveles de introspección
profunda y admirable. La gracia y habilidad con que esculpe
en la mente de los lectores imágenes y cuadros de sus
percepciones íntimas es uno de los rasgos más
admirados de su obra. Proyectó la calidad melancólica
de sus contradicciones emotivas, como el desapego, el olvido
y el dolor, frente a la resignación, la esperanza y
la evocación. Sin embargo, el fervor religioso es uno
de sus rasgos primordiales, fuente de sentimientos atormentados
en el poeta.
Yo no soy demasiado sabio para negarte,
Señor: encuentro lógica tu existencia divina;
me basta con abrir los ojos para hallarte;
la creación entera me convida a adorarte,
y te adoro en la rosa y te adoro en la espina.
¿Qué son nuestras angustias para querer por
ellas
argüirte de cruel? ¿Sabemos por ventura,
si Tú con nuestras lágrimas fabricas las estrellas,
si los seres más altos, si las cosas más bellas
se amasan con el noble barro de la amargura? 2
Esta religiosidad le llevó a alejarse del movimiento
modernista para encontrar un estilo propio lleno de panteísmo
y fervor religioso que algunos de sus contemporáneos
consideraron fuera de tiempo. Encontramos ejemplos de su sentimiento
religioso en Plenitud, publicada en 1918 (disponible
en la pág. 57 de este número de Club de Lectores).
La obra por la que Amado Nervo es más recordado y
leído es La amada inmóvil (1922), que
se publicó tras la muerte del poeta. Está inspirada
en la muerte de Ana Daillez, mujer a la que el poeta amó
en vida.
Todo en ella encantaba, todo en ella atraía:
su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar…
El ingenio de Francia de su boca fluía.
Era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
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